sábado, 21 de mayo de 2016

Sabotatge, repaso breve y (esta vez no tan) improvisado del segundo año de carrera.



Otro año más, y creo que voy a empezar a convertir esto en tradición, me hallo ante la tesitura de tener que resumir en un par de lineas cual ha sido para mí el balance general de lo que ha significado este curso de la carrera.

Sin más dilación, y dejando a un lado mis apuntes de empresa y electrónica, adelante.

El año pasado llegué a la conclusión de que tras nueve meses en la universidad mi mochila había salido como había entrado, e igual, incluso un poco más rota. Por suerte, este año, puedo afirmar que no ha sido así. He aprendido mucho, nunca suficiente, pero mucho. Agradezco haberme juntado con gente con tanta iniciativa, que me arrastrase a proyectos a los cuales yo solo no habría llegado nunca.

Sin duda alguna las expectativas lo son todo, y tal y como entré el año pasado esperando encontrar la panacea y finalmente me topé con una repetida seria de desilusiones y cristales rotos sobre mi vida universitaria, este año ha debido ser al revés, y puesto que no partía de ninguna idea preconcebida sobre lo que me debía ocurrir o quería que me ocurriese, las sorpresas del destino han ido transcurriendo unas tras otras, y a pesar de algunas grandes frustraciones (a la tercera irá la vencida, Mario) afirmo rotundamente que los pasos que he seguido creo que van en la buena dirección.

Otro detalle del que me he percatado es que si funciona la universidad es gracias a su alumnado. Las asignaturas, al menos tal y como están concebidas en mi carrera, una de las supuestamente más creativas de todo el campus, impiden al alumno desarrollarse y crecer. Y lo afirmo y lo reafirmo. Los horarios, los corsés, las entregas de trabajos estúpidos destinados a escribir con tiza sobre pizarra unos conocimientos para después derramar encima un cubo de agua, son constantes. Es difícil no contagiarse en ciertos casos de la desidia que esto provoca, pondré por ejemplo que para tres asignaturas diferentes se propuso en un principio el rediseño de una plancha. Las tres, de lo mismo, simultáneamente. De verdad, semejante falta de ingenio por parte del profesorado llega a resultar en algunos casos exhaustante.

Y luego llega lo peor, cuando profesores con un alto sueldo y un trabajo acomodado y envidiable como ninguno, los cuales se dedican a ver la vida y a sus alumnos pasar delante de sus ojos sin importarles lo más mínimo lo que puedan o no aprender (no todos, hay excepciones eso sí), los cuales llegan media hora tarde y se marchan media hora antes, te dan lecciones sobre iniciativa, sobre motivación, sobre porqué el rediseño de una batidora debería resultarte excitante y casi que provocarte una erección.

Finalmente diré, que lo que más me ha decepcionado del curso ha sido darme cuenta que en ocasiones parece que lo que se busque potenciar sea una equilibrada mediocridad. Y utilizo mediocridad siendo consciente de que no es la palabra más correcta para lo que quiero expresar y de que en algunos casos yo también me considero mediocre. Pero echo en falta una motivación por parte de la escuela en sí de descubrirte a ti mismo, de querer superarte y trascender esa mediocridad. Pues cuando lo intentas te topas con frases de algunos profesores como "esto no es lo que os estoy pidiendo", "vais a presentar algo de últimos cursos de carrera y eso no es lo que quiero", "cíñete a los requerimientos", "enhorabuena todos tenéis un 9"... no sé como expresarlo, espero que me entendáis. Y aún así no soy tan hipócrita, yo también me aprovecho de esta situación, sobre todo ante trabajos tan estúpidos y monocromáticos como las citadas planchas y batidoras.

Por suerte este año he descubierto que donde realmente se aprende es fuera de las aulas, que las notas solo son cifras y que mientras se apruebe todo, hay cosas más importantes. Ese ha sido un paso, descubrir que existe un mundo más allá, el siguiente es más difícil y no quiero generarme expectativas... pero es que es tan difícil no hacerlo :)


1 comentario:

  1. Que el desánimo no nuble tus ilusiones... Venimos de un mundo feliz y nos arrojan a un mundo triste sin miramientos, sin remordimientos. Como bien dices, somos empujados a una pactada mediocridad, la misma mediocridad que conforma el mundo. Afortunado eres en tu caso, que te has dado cuenta, y que puedes estar por encima de las cifras y de todo lo que ello representa.

    "donde realmente se aprende es fuera de las aulas", y si me permites añadir, con las personas adecuadas.

    Un saludo.
    M.

    ResponderEliminar