lunes, 12 de febrero de 2024

El año del dragón. I: Wenzhou

 Me había planteado en varias ocasiones como plasmar para el recuerdo los que serán los próximos seis meses viviendo por tierras asiáticas en el que espero que sea un broche dorado de mis demasiado dilatados estudios universitarios. Me planteé un tik tok, pero detesto tik tok y todo lo que representa, Instagram está bien pero es muy superificial, twitter (X ahora) me encanta pero no es más que un conjunto de ideaciones sueltas que igual pueden formar un hilo pero no dan tanto a la reflexión como un diario de los de antaño. Recordé entonces este blog que utilicé mis primeros años universitarios hasta la pandemia para hacer un análisis reflexivo de lo que había aprendido y avanzado y me pareció una buena idea. Acabo de terminarme la segunda parte de "la vuelta al mundo de un novelista" de Blasco Ibáñez y sentía que era buena idea utilizar estas primera horas del atardecer para escribir el primer capítulo.

Hacia diez años desde la primera vez que vine a China, podría decir que todo está igual pero lo cierto es que no. En esta última década el mundo ha cambiado mucho y este país no ha sido una excepción. La última vez sentí que estaba en un país en cierto estado de desarrollo y hoy me encuentro en un país prácticamente desarrollado. Las redes de metro, las carreteras, los trenes e incluso la calidad del aire... todo ha mejorado, es indudable. El desarrollismo chino te hace poner en perspectiva y en escala todo lo que creías, la altura de los edificios, la magnitud de los puentes y los puertos, todo es macro.

Llegué a Shanghai tarde, no tarde para los estándares españoles pero al parecer sí para los de aquí. A las nueve ya no quedaba un alma por las calles de aquel miércoles víspera del año nuevo chino. Tampoco tenía mucho que hacer, me recogió mi colega en el aeropuerto y al llegar a su apartamento me di una ducha rápida y dio una tarjeta de teléfono para que no estuviese incomunicado, recé para que funcionase la VPN y me instalé las apps necesarias para sobrevivir en el país, reflejo de todas las europeas que ahora están prohibidas. Este ha sido otro de los grandes cambios, la sensación de aislamiento, de desglobalización. No he visto todavía a ni un solo extranjero desde que salí del aeropuerto de Pudong, muchos se marcharon cuando empezó la pandemia de covid y pocos han regresado, "en China sobra gente" me aclara mi colega. Aún así nadie se ha hecho esta vez ninguna foto conmigo ni he parecido llamar la atención, como sí me pasó hace diez años. No sé si porque ahora tengo barba y unos rasgos más "moros" y más alejados del occidental rubio, alto, de ojos azules que tienen por estos mares de los laowai. 

Nos levantamos temprano el jueves, hace -2º en Shanghai a las 5 de la mañana y es imposible coger un taxi. Como ya he dicho anteriormente, es víspera de año nuevo chino y el país entero está en movimiento. Nos dirigimos a Qiaotou, en la provincia de Zhejiang cerca de la ciudad de Wenzhou. Población de origen de la mayoría de chinos emigrantes a España. Primer gran cambio diez años después, en mi primer viaje por China realicé el trayecto Pekín-Xi'an en un rudimentario tren de 16 horas que me dejó los pies hinchadísimos. Hoy vamos en un moderno tren de alta velocidad que no tiene nada que envidiarle en comodidades a los europeos.

Llegamos a Qiaotou, hace un frío de espanto pero poco a poco irán mejorando los días. Al fin y al cabo en verano aquí hace un calor abrasador así que ya pueden las estaciones darse prisa y el invierno aunque duro no puede durar tanto. Como ya dije estamos aquí por año nuevo, me siento un afortunado de poder experimentar estos días en una completa inmersión cultural aunque conocer el idioma ayudaría a no sentirse un alienígena que no entiende prácticamente nada de lo que se habla alrededor.



Tradicionalmente, las familias solían vivir todas juntas en China. Normalmente en la casa de la familia paterna, así que los primeros días de año nuevo se distribuyen de tal forma que la primera parte se realizan en una familia y la segunda en la otra. Si tienes la suerte de que la familia es del mismo pueblo genial, pero si no toca recorrerse el país de arriba a abajo e imposible pillar un tren estas fechas.

La comida china, al menos esta zona a sur de Zhejiang, sigue siempre el mismo ritual. De normal no se desayuna, yo sí lo hago porque como buen español soy un adicto a la cafeina y necesito por lo menos mi dosis de buena mañana para poder ser persona. La madre de mi colega tiene un café en grano que me filtro y mezclo con leche y mucho azúcar para que sepa decentemente. Los chinos no beben café y menos en estas zonas rurales así que es casi un artículo de lujo. Después comen todos en una mesa redonda, sin orden ni esperar a los demás ni para empezar ni para terminar. Cada uno se pone en un cuenco un puñado de arroz y va depositando en él piezas de ternera, verdura, pescado, marisco que van girando en el centro de la mesa. Al terminar lo cubren con una especie de tapa de cazuela gigante de madera para que conserve el calor y a la noche se cenan las sobras. En las celebraciones se bebe vino y se anima a los asistentes a beber al ritmo de kanpai, que es algo así como baso vacío. Después lo niños tiran petardos, algunos inocentes bombetas otros auténticos bazookas de segura ilegalidad en Europa. Dependiendo de en qué pueblos, si hay dinero y jóvenes dispuestos a partir de la tercera o cuarta noche sacan a danzar al dragón. Peso mucho y va a acompañado de tambores y petardos. Tuve la suerte el otro día de asistir a un ensayo y os aseguro que no se diferenciaba en mucho de cualquier escena costumbrista española, con uno diciéndole: "es que no joder, no se hace así, lo haces a destiempo, tío" o algo así me imaginaba yo. 

Pero aunque en algunas cosas pueda resultar familiar en otras es todo un mundo a parte. No comprendo muchas costumbres y sobre todo muchas dinámicas intrafamiliares. Las familias aquí son muy entrometidas en la vida y estas fechas para los jóvenes todavía solteros puede resultar un tanto asfixiante. Hay mucha presión por echarse novia a partir de los 25. Entiendo que ha sido esta una introducción muy intensiva en el mundo chino y supongo que cuando suba a Pekín ya me encontraré en un ambiente más internacional donde los códigos de conducta no me sean tan un misterio. Mañana ya dejamos atrás Wenzhou y partimos nuestro viaje hasta Anhui, a las montañas de Huangshan.



sábado, 29 de junio de 2019

En el punto de partida · Repaso del primer año en Arquitectura (aunque un poco a mi manera)



Sentarme a escribir esta entrada me está costando más que ningún año. Han pasado tantas cosas, ha sido todo tan diferente. Un volver a la casilla de salida pero no empezar de cero muy raro. Como no sé por donde empezar empezaré por el principio, por el punto de partida.

Entré el primero en el salón de actos de la escuela de arquitectura sin ninguna pretensión ni ninguna expectativa. Ya sabía que la universidad es desilusionante, así que entré sin ninguna ilusión por que aquella escuela me fuese a dar la experiencia que se suele vender. Yo allí iba a por un título.

Durante mi año en Londres y el verano siguiente tuve mucho tiempo para reflexionar lo que quería o no quería ser y tener en mi vida. Decidí que no quería que las noches de los domingos se convirtiesen en un suplicio pensando que al día siguiente tenía que estar a las 8 en una oficina realizando un trabajando que no me llenase.

Este año más que nunca entendí el poema de Machado que dice que no hay camino, se hace camino al andar. Desde siempre había seguido los pasos que consideraba correctos, había sacado buenas notas y pensaba que con ello sería suficiente. De veras juro que era tan idiota de pensar que aquel que más se esforzaba y más estudiaba era al que mejor le iría después. Luego me di cuenta que ese después no existe. Cuando terminas la carrera y te das de bruces con una selva sin camino para transitar que aquel que vayas trazando con tus propios pasos.


Desde el primer día en la facultad me apunté a todo grupo extraacadémico que encontré. Quería saber cual era la realidad de los alumnos "mayores" entrecomillo mayores porque tienen mi edad aunque ellos tengan más experiencia en la carrera. Solía decir que hacer una segunda carrera es como pasarse un videojuego por segunda vez, es menos emocionante, pero lo disfrutas más porque sabes donde están las trampas, te percatas de esos detalles que lo hacen especial etc...

Traté desde un principio de no cometer los mismos errores que cometí durante mi primera etapa universitaria. Traté de disfrutarla a ella y a mis compañeros, que han sido la mejor sorpresa que me he llevado de este año. He aprendido tantísimo de mis "nenes del dosmil" como irónicamente los llamaba durante el verano antes de saber si quiera quienes serían, y de algunos otros que no son tan nenes jejeje. Qué decir de ellos, son unas grandes personas, en serio molan un montón todos y cada uno de ellos y ni se imaginan lo fácil que me hacen levantarme todos los días de la cama para ir a clase.

Hablé de tú a tú a los profesores, aprendí de ellos más allá de lo que me pudiesen aportar en clase. Como personas como profesionales, esta profesión trata mucho más sobre los sueños y las personas que sobre los planos y los espacios, me dijeron una vez.

He tenido grandes experiencias como la de organizar ETSATOPIA junto con gente maravillosa con inquietudes similares a las mías y muy profesionales, de los que he aprendido mucho y me han dado grandes consejos que sigo y seguiré a lo largo de la carrera.

Esta será una entrada breve, han pasado muchas cosas este año pero creo que lo más correcto es guardármelas para mí. Me gusta pensar que cada día me parezco más a la clase de persona que sueño con ser. Todavía tengo mucho que mejorar tanto personal como profesionalmente pero darte cuenta de tus errores y sobre todo querer corregirlos es el primer paso en la buena dirección.

Quería terminar este post citando un mensaje directo de instagram que me dirigió una amiga del instituto, que hace mucho que perdimos el contacto pero que me ayudó en mis peores momentos de la ESO, de la que guardo un muy buen recuerdo y le estoy muy agradecido, que el año pasado, cuando estaba perdido y desorientado en la fría Inglaterra friendo merluza en un fish and chips me dirigió unas palabras que a veces releo y que me provocan una sonrisa. Dicen así:

"Y en cuanto a lo que he aprendido, cómo me siento en la carrera, etc. Solo puedo decir que estoy muy feliz, que por fin siento que estoy donde siempre he querido estar y me muero de ganas de aprender, y estoy acumulando tanto libros que leo por mi cuenta que no sé ni si voy a tener tiempo de leerlos todos :) pero es una buena señal y no puedo estar más contenta"

Hoy por hoy entiendo y me siento identificado con cada una de las palabras que me escribió, y es que a veces unas palabras a tiempo es justo lo que necesitamos. 



Dejo como guinda este temazo de Rocio Jurado, un imprescindible de nuestra cultura del que toma nombre esta entrada.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Pa mala yo. Review de mi año erasmus en Londres (el cuarto y último de la carrera de diseño industrial)

Llevo meses debatiéndome sobre si publicar o no esta entrada que escribí allá por junio. Pero soy un chico de costumbres aunque intente evitarlo y no he podido resistirlo más. Aquí el último capítulo, echadle paciencia porque es largo como todo fin de ciclo. O no...


Valencia se me quedó pequeña, me generaba ansiedad, casi dejé de ir a la universidad, me centré en el trabajo extraacadémico, mis amigos más cercanos se marcharon... no sé qué me creía en ese momento, quizás sólo necesitaba un nuevo reto. En septiembre le dije a mi madre que si tenía que volver otro año más a la ETSID dejaba la carrera.

Me marché a Londres gracias a una beca Erasmus, el dinero que había ahorrado trabajando y la ayuda de mi madre, a la cual nunca podré llegar a agradecer este gran regalo que me ha dado. Ahora mismo me siento como dentro de una hermosa burbuja que me he construido y que irremediablemente está a punto de estallar. Los rascacielos, la lluvia, los cielos grises, la multiculturalidad, los trenes llegando a su hora... son elementos que poco a poco se han ido convirtiendo en mi día a día y que con cada uno que os vais marchando de vuelta: a Canarias, a La Mancha, a Valencia, a Baleares, a Euskadi... me recuerdan que este año ha sido eso, solo un año, un paréntesis en mi vida. Algo irreal, como suele decir mi madre aunque yo me resista a pensar en ello. 




Cuando llegué a Londres esta ciudad me enamoró. Es tan dinámica. Sus calles parecen venas repletas de vida, a todas horas pasa algo, siempre llega gente nueva. Las calles están limpias, el metro es de un diseño exquisito, el tráfico, los luminosos anuncios gigantes de Jon Kortajarena, la fiesta en las mejores discotecas que he catado en mi vida... me sentía como en una película. No quería volver, solía decir que había encontrado un nuevo lugar al que llamar hogar. Cuando vine a Valencia por Navidades no hacía otra cosa que desear regresar.


Llegó el invierno, y se acabó la diversión. Este año ha nevado cinco veces desde que estoy aquí. Los días se hicieron ridículamente cortos. No vimos el sol durante casi tres meses. Fue entonces cuando descubrí la otra cara, una ciudad donde siempre estás rodeado por gente capaz de hacerte sentir verdaderamente solo e inútil. Una lucha contínua contra los demás. Comienzas a buscar trabajo de lo que llevas 4 años estudiando y empiezas a verte todas las puertas cerradas, tu confianza en ti mismo puede caer hasta límites insospechados.




El ambiente de una clase aquí es muy diferente al de España. Aquí no había amigos como nosotros los entendemos. Nadie se quería ver fuera de las clases. A la cara todo es muy dulce y cordial, aquí no se falta el respeto ni se hieren sentimientos, todas las críticas tratan de ser constructivas. A la espalda es otro mundo, todo el mundo mira por su ombligo, y no los culpo, el mundo real está lleno de mucha gente, algunas muy buenas, otras muy malas. Y es que una de las cosas que he aprendido con este año es que el mundo es mucho más grande de lo que me imaginaba.

En una ciudad tan global donde convives en un piso con gente de lugares tan diversos como Trinidad y Tobago y Dubái, vas a clase con rumanos, congoleños, ugandeses, polacos, tailandeses o bengalíes y tus profesores son norteamericanos, portugueses, británicos y afganos. La riqueza que te aporta esto no tiene comparación en mi opinión. España es muy endogámica, y Valencia todavía más. No entraré aquí en el tema de las lenguas, porque no viene a cuento, pero en un mundo tan globalizado donde son las ciudades las que compiten por atraer gente, lo último que se deberían de poner son barreras para que el talento viniese. Porque al final los más perjudicados seremos nosotros.



La universidad británica es muy diferente a la española, y si tengo que comparar es obviamente mucho mejor. Pero empecemos por el principio, un año en la Middlesex University cuesta alrededor de £9000. Esto ya de entrada significa muchas cosas, mejores instalaciones, mayores servicios y facilidades, buenos equipos de trabajo, un sistema de trabajo al día... otra gran diferencia es que sólo teniamos cuatro asignaturas y quien dice asignaturas dice módulos, porque estos estaban relacionados entre ellos. Empezabas un proyecto en un módulo y luego ese mismo proyecto lo desarrollabas y terminabas en otro, usando los conocimientos que ibas aprendiendo. 



La libertad creativa de aquí es mucho mayor a la de España. Cada uno tiene su estilo, y su forma de trabajar. No existen leyes universales. Todavía tengo ecos de mis clases del año pasado prohibiéndome utilizar degradados y más de dos colores en una misma composición. Y aquí llega al punto clave de diferencia, la motivación del profesorado por ofrecer a los alumnos lo que ellos quieren y necesitan, actulizándose constantemente a ellos mismos y a la carrera. Pidiendo feedback. Preocupándose de verdad porque los alumnos aprendan, prosperen, mejoren y consigan un buen trabajo una vez terminen la universidad. 

La universidad española, o al menos la UPV, o al menos la ETSID. No es más que una madriguera donde se crean puestos de trabajo y asignaturas a la medida de unos profesores que no tienen motivación ninguna y que están ahora mismo denigrando el nombre de la educación pública. Estoy tan decepcionado con mi escuela que no tengo ninguna intención de ir al acto de graduación, si eso a la fiesta de después.



En fin, conforme iba pasando el año y más se acercaba mi momento más temido. Más me iba dando cuenta de que esto que había estudiado no era lo mío. Y no era solamente que de verdad pensara que lo que hacía no estaba a la altura de mis exigencias, sino que no me veía. Sentía ese ambiente como algo ajeno completamente a mí. No valoro el fruto de un trabajo en diseño y es algo que venía sospechando desde hacía mucho tiempo. No le encuentro el sentido al propósito de lo que hago. No creo que llegue a caer jamás en la fiebre de las zapatillas, de los diseños de marca, de los iPhones etc... el mundo del postureo y el consumo compulsivo es algo que va muy en contra de mi manera de vivir. Jamás he cogido una revista de diseño y el mundo de la bohemia que lo rodea me hace sentir un tanto incómodo y desubicado. Y aunque soy consciente de que esta es una disciplina donde no hay una verdad absoluta, y también hay corrientes en contra de esto, tampoco me veo reflejado en ellas. Por mi personalidad sé que no sería feliz con un rutinario trabajo de técnico de CAD. Ni tampoco con un trabajo de diseñador gráfico o desarrollador web donde sintiese que el fruto de mi trabajo se olvida y queda obsoleto tan rápido como llega.



Estos son pensamientos muy de mis entrañas. Que me han agobiado mucho, sobre todo durante los últimos meses del curso. Buscaba trabajo, pero en realidad no quería empezar a trabajar de lo que había estudiado. Era una sensación contradictoria y culpabilizante. Esto me llevó a creer que podía callar mi Pepito Grillo si encontraba trabajo y me lancé a lo primero que pillé, un curro en hostelería sin contrato donde el primer día hice 11 horas, busqué un piso donde quedarme los meses de verano, también sin contrato, empecé a hacerme la idea de que pasaría los próximos tres meses de verano solo, trabajando, en aquella gran ciudad.

Un día, una clienta un poco indiscreta me preguntó si era feliz en ese trabajo. Yo le dije que estaba allí para trabajar, no para ser feliz. A lo que ella me contestó: "If we don't dream big, we get small". Me dejó toda la noche pensando. 

Finalmente llegó el día D, no pude más, como no tenía contrato laboral el día de cobrar recibí de menos, me quejé y mi jefe se rió de mí con un "ha!, where is written?" que se me debió de quedar la cara de gilipollas más épica del mundo. A la semana siguiente había cogido un avión con regreso a España, para ir a una entrevista de trabajo. Me fui sin avisarle y dejando ese día la tienda desatendida. Y yo que soy una persona muy de remordimientos, todavía no ha habido una noche que aquello me haya quitado el sueño.



Para terminar esta entrada, quiero agradecer a todas las personas con las que he tenido el placer de convivir y trabajar. Y este año no diré nombres, han sido tantas que temo dejarme a alguna por el camino (bueno mención especial a Ángela que ha sido mi amiga y compañera de piso, una mujer de los pies a la cabeza, y a Ander, el hombre más noble que se ha cruzado en mi vida). Simplemente decir que cuando supe con quién iba a tener que compartir por lo menos un año de mi vida me puse muy nervioso. Jamás habría pensado que los amigos que me iba a llevar de la carrera íbais a ser vosotros, yo, que ya me había hecho la idea que saldría de la universidad sin pena ni gloria y sin volver a hablar practicamente con nadie de allí. De veras, gracias. Gracias a vuestros ánimos he conseguido tomar la decisión más difícil y valiente de mi vida. Voy a perseguir mis sueños.

Y es que en su momento no los seguí por MIEDO. Y el miedo es nuestro mayor enemigo. No podemos quedarnos paralizados por el MIEDO. Porque cuando decidí marcharme de Londres no me arrepentí de NADA de lo que había hecho, solo de las oportunidades que había perdido  (cuando BadGyal habla en Internationally de su concierto en Londres y yo pienso que no fui porque no sabía si iría solo, me siento idiota) y de todas las cosas que había postpuesto. Y me puse intenso, y pensé que eso es lo que debía de sentir una persona ante la incertidumbre de la muerte. Un gran pesar por todas esas veces que no fuimos valientes, que no fuimos contra lo correcto y establecido, que no dimos el paso... 




Este no ha sido mi último año de carrera. El 15 de julio me matriculé en primero de arquitectura. A mis 22 me he metido en una carrera de como mínimo seis años. Y sí. Tengo miedo. Miedo de ver como mis amigos van construyendo sus vidas laborales, independizándose, creciendo... y yo termine la carrera con 28, en una disciplina con una tasa de paro altísima. Siento que decepciono a mucha gente pero sé que si no lo hago estaré toda mi vida pensando que yo podría haber hecho que alguien sintiese lo que yo he sentido todos estos meses cuando subía a la azotea del Tate y veía The Shard alzarse majestuoso ante mis ojos. Solo tenemos una vida, y pienso que en esta vida hay que buscar dos cosas: ser felices y auténticos.



Dejo como Bonus Track este fragmento de una de mis películas favoritas: El monólogo de la Agrado en "Todo sobre mi madre" de Almodóvar. En él, dice una de esas frases que se me han quedado grabadas en la mente: "Una es más auténtica, cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma". Yo me lo aplico a diseñar un rascacielos, ella a ponerse tetas, cada cual que se lo aplique a su vida.




Review de cursos anteriores:


martes, 6 de junio de 2017

Work ft. Drake, repaso (juro que lo más breve posible) de este intenso tercer año de carrera


Otro año más, y a la tercera ya se convierte en tradición, traigo mi valoración personal de este tercer curso de la carrera que como Harry Potter y el cáliz de fuego o Festín de Cuervos, ha sido una temporada de transición, un curso mucho más adulto, centrado, en el que he conocido mucha gente de lugares diferentes, he sentido el estrés, la responsabilidad, la toma decisiones... sin más dilación empecemos que se que tenéis mucho hype. XD


Si el primer año de carrera terminó con un sentimiento de haber perdido el tiempo y el segundo con la certeza de quien descubre que existe un mundo más allá de la cueva, el tercero ha terminado con un agotamiento generalizado, 10 kilos menos y la sensación de quien ha dado un paso en la dirección correcta.

Comencé el curso con lo que mucha gente tildaría de crisis, una persona muy cercana a mí decidía dar el valiente salto de perseguir su sueño y marcharse a vivir a Australia. Yo, que en ese momento no tenía otra cosa en la cabeza que llegar a pesar 75 kilos y hacer algún dibujo que me inspirase, me di de bruces con la realidad, ya no era un adolescente, no podía seguir haciendo como que tenía todo el tiempo del mundo, debía empezar a tomar mis propias decisiones.

Intenté fundar una revista con un grupo de compañeros de la facultad de tal modo que sirviera de excusa para conocer a profesionales del mundillo y saber cómo habían llegado hasta allí. Me puse a buscar trabajo por infojobs pensando que un curro de azafato, dependiente o comercial iba a poder subsanar la crisis de presión autoimpuesta que por aquel entonces estaba viviendo, pero todo lo contrario, en vez de ayudar empeoró. Era cierto que yo sentía que necesitaba un trabajo pero no era esa clase de trabajos los que yo necesitaba.

Y el mayor problema era yo mismo, yo y mis excusas eran mi mayor obstáculo. Me di cuenta de esto una noche de diciembre que fui a una conferencia con los que estábamos haciendo la revista y uno de ellos me dijo que no hacía más que poner escusas para no hacer las cosas que quería. Es peligroso acomodarse con veinte años en trabajos que nos vienen pequeños. Reitero, la única barrera absoluta entre tú y tu objetivo eres tú mismo.

Una mañana en clase de mecanismos, mientras mi profesor divagaba sobre la vida y sobre lo mierda que le parecía nuestra península del Ebro para abajo y mientras mis compañeros ojeaban el Marca, jugaban al Comunio o buscaban el nuevo modelito que comprarse en www.zara.com (cosas de sentarse en última fila y tener todos los monitores delante), este señor, el cual se dirigía a sus alumnos con una autodenominada vehemencia pocas veces vista por mi carrera infestada de profesores saltamontes de los que vienen, comen y se van, soltó verdades como puños.

Ojiplático me mantuve durante aquella última clase del semestre, atento a la magistral lección sobre la vida real que aquel señor un tanto uraño y que no sabría definir si tenía el pelo largo o era calvo estaba dándonos, sus frustraciones, sus consejos, sus análisis... Me sentí muy aludido, y no sólo yo, me dieron ganas de empezar a zarandear a varias personar y decirles. "Che, escucha, escucha, ¿no ves que está hablando de ti?

 Me metí en el Servicio de Empleo de la Universidad y busqué prácticas. Dejé mi trabajo de por las tardes de comercial y me fui a la facultad a prepararme una exposición sobre un silenciador de pedos que me hiciese recordar que alguna vez había tenido ilusión por sorprender, por hacer un buen trabajo por levantar una manta o abrir una caja y que hiciese que la gente dijera wow. Y así creo que fue.

El día antes de presentar el proyecto, una profesora preguntó en una clase ante un centenar de personas quien pensaba que era bueno en lo que hacía. Yo, en un alarde de falta de modestia y ego exacerbado, fui el único de aquel centenar de estudiantes que convencido de si mismo levantó la mano. Juro que me morí de la vergüenza. Lo único que me reconfortó fue el pensar que quizás por lo menos tenía un poco más claro qué quería hacer con mi vida.

A la mañana siguiente no recibí un correo, si no dos, que me ofrecían una entrevista de trabajo para hacer prácticas como diseñador. No entraré en detalles porque esto ya está quedando larguísimo y no es plan, pero en conclusión empecé el segundo semestre con trabajo y de lo mío. Acepté el trabajo como un emocionante reto, aún a sabiendas que estaba a una hora en autobús desde la facultad y que muchas veces terminaba a las 2 y media y empezaba a las 3 y media con lo que tenía que comer en el autobús, y que normalmente llegaría a mi casa a las 8 de la noche. Al principio fue fácil conciliar: vida social, deporte, trabajo, universidad e incluso practicar mi francés. Los últimos meses, cuando llegaron las entregas y los exámenes y con un ritmo de acostarme a las 2 y media trabajando y levantarme a las 6 y media todos los días para ir a la universidad, sin siestas y con casi 4 horas diarias de bus, que casi podría haber trabajado en Madrid e ir y volver a dormir a Valencia, no fueron tan fáciles.

Y sin embargo, lo cierto es que este semestre ha sido por suerte el más laxo que hasta ahora he tenido en la carrera. A modo de broma suelo decir que buena escusa debe tener el que no haya llegado con abdominales a este verano, no se haya sacado el Advance o un semestre de otra carrera a la par. De todos modos, agradezco muchísimo a la gente que ha ido en grupos de trabajo conmigo por haber sido tan indulgente, pues han sido unos meses muy frenéticos de lucha contrarreloj que sin su comprensión no hubiese podido superar.

La oportunidad de entrar en el mundo laboral en una profesión creativa te abre mucho los ojos. En el mundo real no hay trabajos cutres que por lo menos te dan un cinco y apruebas, en el mundo real si no vende no es bueno por muy bonito que sea, en el mundo real puedes haber estado un mes preparando lo que tú consideras tu mejor trabajo, presentarlo con toda tu ilusión pensando que tu jefe va a explotar de gozo al contemplar semejante proyecto, tener un minuto para enseñarlo y obtener por respuesta un educado: "lo siento mucho, otra vez será, chaval".

Hubo un profesor que hizo algo parecido este semestre, dejarse de medias tintas y decir a la cara que había malos proyectos. Muchos de mis compañeros ardieron en cólera y clamaban a los cuatro vientos las maldades de este hombre. Y lo cierto es que, más allá de su cualidades como persona que no entraré aquí a valorar, lo que este hombre hizo fue exponerlos ante una situación real, ante la vida real. Una persona no va a apostar su dinero en un proyecto que no considere bueno, no hay medias tintas. Pero contento vi, como todos, o casi todos se repusieron y este primer golpe les sirvió para entregar proyectos finales mucho más meditados y trabajados. Lo mismo me pasó en el trabajo, pues aunque tras el primer rechazo volví a la empresa cabizbajo, eso me sirvió para querer que el siguiente proyecto que presentase fuera mejor. De los errores aprendemos.

Finalmente, despedirme diciendo que ha sido un placer poder trabajar y aprender con muchos compañeros de mi clase en este curso plagado de proyectos creativos. No me morderé la lengua y diré nombres: Laura y Mary, gracias por soportarme y por ceder a mis ideas arriesgadas, algunas veces salen bien y otras no tanto pero si un trabajo es limpio y está bien hecho toda idea descabellada puede salir adelante, Alba, de la que aprendí que una buena planificación salva hasta la más apretada agenda y gracias a lo cual he sobrevivido a este semestre, Pablo, te pedí trabajar contigo este verano para conocerte como artista, y esa bolsa de pan es el ejemplo de que tienes un gran talento transgresor y pulcro del que a una persona tan barroca como yo nunca bien mal empaparse, Josep, eras uno de esos monitores que veía como trabajaban durante clase de mecanismos, te pedí trabajar contigo sin apenas conocerte al igual que hice con Pablo y me has dejado sin palabras, lo tienes todo para comerte este mundillo, talento, actitud y hasta un nombre potente para escribir en los libros, y finalmente, mi empedestada Ana, que en silencio, con modestia y discreción vas a llegar lo lejos que desees, de momento San Francisco, pero poquito a poquito. ;)

Tengo una lista llena de nombres con los que me hubiese gustado colaborar y aprender de ellos, pero sin embargo mi tiempo en la UPV se ha agotado, toco madera, pues si todo va bien el curso que viene terminaré la carrera en la ciudad de Londres, alimentándome a base de comida pakistaní y haciendo monográficos sobre los puentes del río Támesis. Y es que, tal y como escribí en mi carta de motivación, creo que esta ciudad es el momento y el lugar en el que hay que estar a día de hoy, y agradezco la oportunidad que me va a ofrecer mi madre apostando por mí y que no pienso desaprovechar. 



sábado, 31 de diciembre de 2016

2016 Jo competeixo

Soy un chico de tradiciones, me gustan, me sacan una sonrisa. Esta es ya la tercera ocasión que hago esto, un resumen de lo mejor de cada año. Han sido tantos los momentos que sólo será una lista, breve, de frases sueltas e inconexas pero que espero leer dentro de unas décadas y que me sigan recordando que no paramos de crecer y evolucionar.

Me corté las manos colocando trozos de vidrio rotos a modo de trencadís.
Te regalé el disco de Jota Pelirrojo que sé que tanta ilusión te hacía.
Canté Adele a pleno pulmón sobre un puente de Roma.
La pizza de brócoli y beicon de aquel paki fue la mejor que hemos probado.
Asistí a misa después de... pero porque era del papa Francisco, no se asusten.
Dimos volteretas a medianoche en la plaza San Pedro porque estábamos nosotros solos a excepción de un grupo de carabinieri que nos miraba raro,
Huimos del fuego.
Me metí en el parking del Mercadona de debajo de tu casa,
Colgamos una foto nuestra en un callejón del Carmen donde antaño solíamos ir los viernes por la noche cuando venías a Valencia.
Nos hicimos una foto en el ascensor, porque yo soy muy de tradiciones.
La casa estaba tan sucia que la limpiamos sin que nadie nos dijese nada.
El día del examen diluvió y yo me puse a llorar como un crío porque no sabía desempañar los cristales.
Hicimos dos horas de cola delante de la Fnac para conocer a Manel y cuando llegó mi turno no me salieron las palabras.
Volviste a raparme la cabeza otro año, porque yo soy muy de tradiciones.
Fuimos a empalme a hacernos fotos al atardecer y luego cenamos en un WOK.
El robot completó el recorrido y quedamos terceros.
Me regalaste un ukelele azul oscuro.
Ens vam posar de genolls.
Subimos todos, o casi todos, a la azotea de una torre alta para hacernos una foto, porque yo soy muy de tradiciones.
El cielo se llenó de fuegos artificiales y mientras, nosotros, bailando hasta que todo acabe.
Nunca olvidaré la noche de aquel debate a cuatro.
Os fui a buscar con curasanes a la estación porque las disculpas hay que pedirlas con chocolate.
Lloré de rabia e impotencia la noche de las elecciones.
A la tercera fue la vencida, la que entendió entendió.
A la tercera me saqué el carné.
Me grabaste un CD con los mejores éxitos de las Bistecs y Cecilio G.
Te caíste por una cárcava.
Todavía no sé si le hemos pagado al taxista de mytaxi aquel trayecto hasta tu casa.
Aquella noche de verano en Deseo fue muy mítica.
Capturé un Dratini en la playa del Puig.
Fuimos a bucear y vimos pulpos y nudibranquios.
Te dibujé en un lago de Escocia.
No salimos de fiesta por Glasgow porque conocimos a un americano y nos pasamos la noche hablando.
Esa tailandesa que fumaba tanto sólo quería volverse en nuestro coche y lo sabes.
¿Por qué Escocia está plagada de Drowzees?
Mis básicos conocimientos de chino sirvieron para que nos invitasen a un cumpleaños aquella noche.
El fuc2016 fue todo un éxito, a pesar de la lluvia,
Volviste de Chile.
Algo en mi interior quería que ganase Trump.
Mejor dicho, algo en mi interior quería que Hillary perdiese.
Te dijeron que sí, que habías aprobado y que te ibas a Australia.
Estamos ya muy viejos para atiborrarnos en un buffet libre de pizza del Domino's.
Tuve una crisis creativa, de qué estoy haciendo con mi vida y todo eso pero ya se ha pasado.
Montamos una revista y conocimos a gente interesante.
Discutimos bajo la tormenta.
Me gusta el espectáculo, qué se le va a hacer.
Volví a jugar a Pokémon después de diez años y me emocioné, me emocioné mucho, Muchas gracias a los tres por el regalo, habéis acertado.
Escogí a Popplio porque tú me lo dijiste, yo quería a Rowlet y lo sabes. Hoy en día no me arrepiento.
La canción más escuchada de este año ha sido Sabotatge según Spotify.


Espero el 2017 con cierta expectación, sin expectativas pero con expectación. Estoy seguro de que habrá muchos cambios, algunos ya los sé, otros me estoy esforzando por que ocurran y hay unos últimos que simplemente dejaré que pasen.

Finalmente, si te has sentido aludida/o en alguna de las frases anteriores, muchas gracias por haber formado parte de este 2016.


sábado, 21 de mayo de 2016

Sabotatge, repaso breve y (esta vez no tan) improvisado del segundo año de carrera.



Otro año más, y creo que voy a empezar a convertir esto en tradición, me hallo ante la tesitura de tener que resumir en un par de lineas cual ha sido para mí el balance general de lo que ha significado este curso de la carrera.

Sin más dilación, y dejando a un lado mis apuntes de empresa y electrónica, adelante.

El año pasado llegué a la conclusión de que tras nueve meses en la universidad mi mochila había salido como había entrado, e igual, incluso un poco más rota. Por suerte, este año, puedo afirmar que no ha sido así. He aprendido mucho, nunca suficiente, pero mucho. Agradezco haberme juntado con gente con tanta iniciativa, que me arrastrase a proyectos a los cuales yo solo no habría llegado nunca.

Sin duda alguna las expectativas lo son todo, y tal y como entré el año pasado esperando encontrar la panacea y finalmente me topé con una repetida seria de desilusiones y cristales rotos sobre mi vida universitaria, este año ha debido ser al revés, y puesto que no partía de ninguna idea preconcebida sobre lo que me debía ocurrir o quería que me ocurriese, las sorpresas del destino han ido transcurriendo unas tras otras, y a pesar de algunas grandes frustraciones (a la tercera irá la vencida, Mario) afirmo rotundamente que los pasos que he seguido creo que van en la buena dirección.

Otro detalle del que me he percatado es que si funciona la universidad es gracias a su alumnado. Las asignaturas, al menos tal y como están concebidas en mi carrera, una de las supuestamente más creativas de todo el campus, impiden al alumno desarrollarse y crecer. Y lo afirmo y lo reafirmo. Los horarios, los corsés, las entregas de trabajos estúpidos destinados a escribir con tiza sobre pizarra unos conocimientos para después derramar encima un cubo de agua, son constantes. Es difícil no contagiarse en ciertos casos de la desidia que esto provoca, pondré por ejemplo que para tres asignaturas diferentes se propuso en un principio el rediseño de una plancha. Las tres, de lo mismo, simultáneamente. De verdad, semejante falta de ingenio por parte del profesorado llega a resultar en algunos casos exhaustante.

Y luego llega lo peor, cuando profesores con un alto sueldo y un trabajo acomodado y envidiable como ninguno, los cuales se dedican a ver la vida y a sus alumnos pasar delante de sus ojos sin importarles lo más mínimo lo que puedan o no aprender (no todos, hay excepciones eso sí), los cuales llegan media hora tarde y se marchan media hora antes, te dan lecciones sobre iniciativa, sobre motivación, sobre porqué el rediseño de una batidora debería resultarte excitante y casi que provocarte una erección.

Finalmente diré, que lo que más me ha decepcionado del curso ha sido darme cuenta que en ocasiones parece que lo que se busque potenciar sea una equilibrada mediocridad. Y utilizo mediocridad siendo consciente de que no es la palabra más correcta para lo que quiero expresar y de que en algunos casos yo también me considero mediocre. Pero echo en falta una motivación por parte de la escuela en sí de descubrirte a ti mismo, de querer superarte y trascender esa mediocridad. Pues cuando lo intentas te topas con frases de algunos profesores como "esto no es lo que os estoy pidiendo", "vais a presentar algo de últimos cursos de carrera y eso no es lo que quiero", "cíñete a los requerimientos", "enhorabuena todos tenéis un 9"... no sé como expresarlo, espero que me entendáis. Y aún así no soy tan hipócrita, yo también me aprovecho de esta situación, sobre todo ante trabajos tan estúpidos y monocromáticos como las citadas planchas y batidoras.

Por suerte este año he descubierto que donde realmente se aprende es fuera de las aulas, que las notas solo son cifras y que mientras se apruebe todo, hay cosas más importantes. Ese ha sido un paso, descubrir que existe un mundo más allá, el siguiente es más difícil y no quiero generarme expectativas... pero es que es tan difícil no hacerlo :)


jueves, 31 de diciembre de 2015

Mi momento más mágico de 2015

Si tuviese que destacar un momento de 2015, me resultaría imposible. Abriendo el baúl de los recuerdos, rememorando instantes inmortalizados en fotos del facebook, me encuentro a mi mismo admitiendo que este año no ha habido ningún par de segundos capaces de simbolizar, a grosso modo, lo que estos 365 días han significado para mi. Porque este año no ha habido grandes viajes y, sin embargo, siento que ha resultado una dulce travesía hacía el crecimiento.

Y es que este 2015 sabe a muchísimas cosas: sabe a una noche de verano en un bar del Cedro admitiendo que a pesar de ser muy jóvenes hemos conocido a amarillos que han cambiado nuestras vidas por completo, sabe a todos los montaditos que hemos compartido después de ir a estudiar a la Petxina, sabe a la comida del Felisano siendo testigo de una mitiquísima fotografía, sabe a la arena de una plaza de toros puesta en pie para un concierto, sabe a la linea 7 del metro de Madrid y a la 8 del de Barcelona, sabe a un pueblo del Vinalopó que hasta hace un año ni conocía y ahora ronda todos los días por mis pensamientos, sabe a una rapada, sabe a las aguas del río Ebro reflejando la imponente basílica del Pilar, sabe a llevar en brazos a una amiga hasta su cama y ser consciente de que pase lo que pase vuestra amistad será para siempre, sabe a nudibranquios, sabe a tardes de teatro, sabe a votar por primera vez y sentirte parte de un cambio, sabe a la Sagrada Familia alzándose a través de la calle Marina y a las galletas que allí me comí, sabe a la sonrisa que me saca Manel cada vez que escucho "...el meu dit resseguint-li la columna vertebral...", sabe a cenar en el Moraito para perderse después por entre las calles de Carmen...

En fin sabe a esto y a muchas cosas más, muchas gracias a todos los que habéis hecho de este 2015 un año delicioso.